La Libertad Creadora

viernes, octubre 26, 2007

PROBLEMAS ETICOS Y CONTAMINACIÓN

PROBLEMAS ETICOS EN LOS VIAJES ESPACIALES
Y LA CONTAMINACION DEL AMBIENTE EXTERIOR
Ing. civil Carlos J. Rocca.

Astrónomos de los Observatorios Llowel de Arizona y del Teide de Canarias, informaron sobre el descubrimiento de un Planeta gigante, veinte veces mayor que la Tierra, una bola de hidrógeno a 1200 grados Celsius a 1400 años luz y de otras singularidades del Universo, entre ellas y talvez las más sorprendentes, la colisión de galaxias, la generación de agujeros negros y la consumisión continua de estrellas, como el sol que nos ilumina, en la voracidad de los agujeros.
También atrajo la atención recientemente la extensa cola de la estrella Mira descubierta por el telescopio espacial ultravioleta GALEX de la NASA, como estela de gases de 13 años luz de largo, 20.000 veces la distancia del Sol a Plutón, arrojando carbón, oxigeno y elementos de formación de nuevas estrellas, particularidad hasta ahora no observada por ningún telescopio.
La actividad de astros, gases y radiaciones en el espacio, ininterrumpida y no siempre entendida por quienes sueñan con la quietud beatífica del Universo, es motivo de descubrimientos sorprendentes, muchas veces contradictorios aun entre avezados investigadores que se disputan la primicia de la novedad.
Las especulaciones sobre el tiempo, como medida y dimensión para esa actividad y movimientos, cuestionadas por la física y las hipótesis del espacio estelar en expansión, contracción, asombrosas colisiones, e inmensos agujeros negros, dan pie para afirmar que es muy poco o nada lo que sabemos del Universo y su misteriosa mecánica.
Menos aún hacia donde nos dirigimos y los peligros de la promocionada“colonización”, sin reparar en la seguridad y conservación de las especies y recursos hasta ahora conocidos en la Tierra. .
Poco es el cuidado del medio ambiente del Planeta y menos del ambiente exterior, contaminado igual que la Tierra con artefactos, basuras y elementos potencialmente agresivos en constante aumento desde el inicio de la exploración espacial
.
I

La Humanidad, como la conocemos, y su entorno, se desarrolló en la Tierra hace escasos segundos comparado el tiempo que suponemos acumula el Universo y su destino, como el del Planeta, nos resulta incierto e impredecible al margen de la ciencia ficción .
La posibilidad de cambios, colisiones, o colapsos, no cercanos ni lejanos, sino posibles como fenómenos naturales ahora mejor observados y estudiados, entran también entre las dudas que ocupan el razonamiento sobre del Universo.
Resulta así necesario ser prudentes en relación a previsiones a “tiempos siderales” que nunca veremos con la experiencia mental y física que disponemos y la capacidad imaginativa hasta hoy desarrollada.
Referirnos a lo que conocemos y observamos talvez sea un ejercicio razonable a nuestro entender, sin dejar de reconocer la importancia de la imaginación creativa y las fantasías de narradores, cuentistas y soñadores, sin olvidar los peligros de creer en no pocos agoreros y “mercadistas” de ilusiones e ingenuidades.
Tras siglos de leyendas y aventuras, sabemos, por dar un ejemplo, algo más del nacimiento y desarrollo del Nilo en las “Montañas nevadas de la Luna”, a más de 5.000 m de altura, entre nubes , vapores y lluvias intermitentes.
Y hace poco, el descubrimiento de la plataforma o sub cordillera cercana al Polo Norte a 4000 m bajo el nivel del már, brindó nuevas posibilidades de aprovechamiento de recursos del Planeta.
Esto resulta producto tanto de mejores tecnológias como del conocimiento científico desarrollado, en esta ultima referencia, de la espelología, el vulcanismo , la sismología y otras especialidades de esa parte del saber.
A los recientes descubrimientos en el Planeta y los esfuerzos sobrellevados para ello, responden algunas reflexiones sobre la aventura del espacio y las incertidumbres y peligros para los acostumbrados a nuestro medio, sus valores éticos y convicciones estéticas , morales o religiosas.

II

Valentina Tershkova, la primer mujer en circunvalar la Tierra el 15 de julio de 1963, acaba de ser hospitalizada en Moscú a los 70 años de edad, para un período no establecido de rehabilitación.
Había concurrido a visitar a Alexei Leonor, otro legendario cosmonauta ruso de la generación de Gagarin, quien estaba internado y, sorpresivamente el médico aconsejó a Valentina su inmediata internación.
Cuarenta y cuatro años atrás, contando 26 de edad, había orbitado la Tierra con 46 vueltas en 71 horas, según versión de una agencia estatal rusa.
Hace pocos meses la Nasa informó sobre la reducción de la estadía en la Estación Espacial Internacional de la cosmonauta americana ingeniera Sunita L. Williams, de 42 años, para evitar, entre otros, los riesgos de la ingravidez y de las radiaciones cósmicas .
La preocupación por los problemas de salud, accidentes graves y sorpresivos, incluso la muerte de personal en la Estación Espacial Internacional o en otros Observatorios distantes de la Tierra, no es nueva pero ha recrudecido al conocerse detalles sobre sus causas y efectos.
A los peligros para la especie humana se suman la escasez de insumos vitales en viajes tripulados a lejanas planetas y los innumerables problemas que aumentan la complejidad de la aventura extra terrestre, además de la creciente contaminación sobrenatural del espacio, por una actividad sin límites en la competencia por el prestigio, el dominio o la supremacía del mismo.
La existencia limitada de insumos básicos en el espacio como oxígeno, alimentos frescos y específicos medicinales en oportunidad de urgencias, constituye una preocupación proporcional al alejamiento de la base de aprovisionamiento.
El incremento exponencial y diario de la basura y desechos y su disposición final, discutible en el Planeta, resulta inaceptable en el espacio por lo que hace al ordenamiento del mismo y las consecuencias sobre seres, naves, observatorios y otros artefactos con distintos fines.
También es inadmisible usar las profundidades del Pacífico u otras depresiones de Planeta como depósitos y acumulación de materiales descartables o radioactivos.
Estos temas, poco asumidos en la iniciación de los viajes de exploración de la bóveda celeste, constituyen algunos de los objetivos de la convocatoria de varias instituciones internacionales al estudio de un “Código de conducta” o recaudos éticos y técnicos ante situaciones críticas o límites en misiones en el Espacio estelar, así como su ocupación creciente y arbitraria por objetos extraños, de distinta calidad, duración y peligrosidad.
La muerte en el espacio estelar o en otros ámbitos celestes apareja interrogantes sobre el destino del cuerpo humano y su reintegro o no a la Tierra, como también la asistencia digna en tratamientos prolongados o los casos de muerte vegetativa, en que el paciente requiere de recursos limitados y cuya utilización se resta al servicio de otros tripulantes .
No estarán ausentes en viajes de larga duración, los problemas del sexo que, una extensa permanencia alterará funciones del organismo humano, especialmente en jóvenes en desarrollo y cuya limitación afectara relaciones y generaciones futuras.
Para atender estas cuestiones la NASA y otras Agencias Espaciales convocaron a expertos e investigadores para estudiar aconsejar entre otros temas sobre :
a) Contaminación del espacio con desechos y elementos extraños, y su disposición final
b) Conductas a seguir en ocasión de crisis en misiones espaciales, desde el punto de vista ético, religioso, médico y social.
Tratamiento a desahuciados en un medio en que escasean los recursos usuales en la Tierra.
c) Medidas para prevenir los efectos de radiaciones máximas aceptables, y las alteraciones que producen gases, partículas radiactivas y el prolongado aislamiento.
d) Jornadas laborales máximas en el exterior de las naves y en cuerpos celestes y períodos de rehabilitación correspondientes según la identidad de cada tripulante o visitante.
e) Afectación en la masa muscular, los huesos, los líquidos sanguíneos, el carácter y en las terminales de las cadenas ADN, los llamados “telómeros” en el corto y largo plazo, en función de cada personalidad comprometida.
III
Estos temas, ausentes o poco considerados hasta ahora por los organismos responsables de la actividad espacial, surgen como preocupación por la personalidad humana, su desarrollo, cuidado, preservación y muerte en ambientes lejanos de la Tierra.

Están vinculados a los valores humanos, su dignidad, defensa y vigencia permanente que debería priorizar cualquier emprendimiento o actividad.
Religiosos islamitas confeccionaron una “Guía de Fidelidad” a su credo a seguir por los cosmonautas que les permita orientarse en el Espacio hacia sus sitios sagrados y proseguir sus rituales manteniendo sus creencias como en la Tierra. En ese sentido el malasio M. Shukor integrante de la decimosexta tripulación a la EEI pudo cumplir los ritos del Ramadan atento a sus convicciones religiosas.
Otras religiones han hecho lo propio y el consuelo espiritual, la oración y la meditación trascendente pasaron a ser un factor considerable en los emprendimientos humanos en el espacio.
Convendría difundir la convocatoria para prevenir promociones a aventuras tan riesgosas sin atender las consecuencias de las mismas.
La Plata, octubre , 2007
El autor ha sido Presidente del Centro de Ingenieros
Pcia. de Buenos Aires, Argentina y es actualmente Presidente Honorario de la Academia de la

miércoles, agosto 08, 2007

ELOGIO DEL CAOSCOMO EXPRESION DE LIBERTAD

Las delicias del caos
Por Silvia Zimmermann del Castillo
Para LA NACION
Miércoles 8 de agosto de 2007 | Publicado en la Edición impresa


Aquel otoño de 1997, Bruselas nos recibió luciendo un despliegue inaudito de ocres y dorados. Invitados por la Universidad Libre de Bruselas, éramos un grupo de amigos de Ilya Prigogine que llegábamos desde los más diversos rincones del mundo para asistir al homenaje que se le rendía al cumplirse 20 años del Premio Nobel que le fuera otorgado en Química por sus investigaciones sobre estructuras disipativas. Es así como matemáticos, físicos, químicos, psicoanalistas y filósofos de la India, Japón, Canadá, Alemania, Rusia, Francia, España, Estados Unidos y la Argentina nos encontramos inmersos en un intenso seminario sobre el caos y sus leyes, que Ilya Prigogine presidió con apasionada inteligencia.

Llegó el momento del homenaje público en el vasto auditorio de la universidad. Prigogine estaba visiblemente conmovido: la revisión de toda su vida, las palabras calurosas del rector, el discurso de su amiga Isabelle Stengers, la filósofa que lo acompañó en tantas aventuras intelectuales y publicaciones intrépidas, el telegrama de salutación de Boris Yeltsin, entonces presidente de Rusia, su país natal y, en el final, un regalo de la Universidad Libre de Bruselas, tan inesperado como sorpresivo.
Inesperado porque Prigogine no esperaba recibir regalo alguno, y sorpresivo, por consistir en lo que consistió: un antiguo mortero argentino. De más está describir la emoción que sintió quien esto escribe, aumentada al escuchar las razones por las que la universidad había elegido tan insólita pieza:

"Hemos tenido en cuenta el amor que todos sabemos siente usted por la Argentina".

Prigogine recibió el mortero con honda gratitud y se explayó largamente sobre el extraño encanto de Buenos Aires, la pampa infinita, la cordialidad de los argentinos, las bellísimas mujeres, los paisajes andinos silentes e intensos, los Suplicantes, esas figuras de piedra de la cultura alamito de nuestro Noroeste que habrían fascinado a Picasso. Sí, la Argentina es para ser amada.
En ese momento, y sin otro porqué más que el declarado amor de Prigogine y el de ser yo la única argentina presente, concentré las miradas y una pregunta:

¿qué misteriosa fuerza hay en su país que embruja de tal manera a nuestro profesor?

Miré sorprendida a quien me interrogaba y respondí:

"El caos". La risa de la señora Prigogine rompió el silencio circundante.
"Por cierto, la Argentina es un país especialmente complejo, difícil de comprender. Un fenómeno fascinante", observó el filósofo Mike Sandbothe. Cuando relaté el episodio a Prigogine, él exclamó: "Pero ¡claro que sí, el caos! Por eso es pura posibilidad
".

Así lo testimonian las más antiguas cosmogonías: en el principio fue el caos, y desde el caos emerge el orden.
El caos es una fuente inagotable de creatividad, la posibilidad siempre abierta de novedades y de creación.

Sin embargo, solemos calificar al caos con un signo negativo, contraponiéndolo al orden, e identificándolo con el desorden. Pero una lectura fina de la teoría del caos, esa rama de las matemáticas y la física que trata los comportamientos impredecibles de los sistemas dinámicos, nos lleva a considerarlo de manera más benigna.

Por empezar, el caos no es desorden.
Antes bien: el desorden sería casi opuesto al caos.
Mientras que el caos está en el principio de toda creación, el desorden, en su grado máximo, está en el final.

El caos es pura materia prima, pura energía que se ordena y reordena.

Lo propio del desorden, en cambio, es la disipación, la pérdida de energía.
El caos es algo así como un orden implícito que escapa a la comprensión y que evoluciona en impredecibles organizaciones.
El desorden, por su lado, sólo engendra más desorden.


No crea nada, sino que gasta la energía disponible, la disipa hasta alcanzar el punto de entropía en que ya no queda nada por gastar.
Gasta y malgasta.
No hay vuelta atrás, porque los procesos temporales son siempre irreversibles; tampoco hay avances, porque ese desorden más allá del cual nada puede gestarse, queda empantanado en sí mismo, confuso y estéril, o muere. Contrariamente, lo propio del caos es la capacidad de cambio y la adaptabilidad al cambio, la sensibilidad, la creatividad, la libertad en acción, lo novedoso.
De esta manera, el desorden, en su grado último, no aniquila al orden, sino al caos en su dinámica.

Por otra parte, así como el caos es más bueno que malo por ser pura posibilidad, el orden puede no ser bueno: pensemos en el orden de un régimen dictatorial. El intelectual estadounidense Henry Adams escribió allá en el siglo XIX: "El caos engendra vida; el orden crea hábitos".

Hablamos, por ejemplo, de la inseguridad creciente, la criminalidad en desafuero, la corrupción instalada, la pobreza profundizada, la televisión sostenidamente pervertida. ¿Caos o desorden?

Desde la teoría del caos, se puede decir que las condiciones iniciales que provocaron esta situación bien podrían identificarse en la apología del individualismo, el imperio de la libertad, la cultura del consumo. De acuerdo con las leyes de esta matemática de lo complicado, los sistemas caóticos crecen en complejidad, y puesto que la mayoría de los sistemas vitales son caóticos por impredecibles, el desorden será siempre más probable que el orden.
Por lo tanto, no debe sorprendernos que el individualismo exacerbado crezca en el desorden de la corrupción por codicia; que la libertad de expresión se desordene en procacidad; la cultura de consumo, en deseo incontenible; el deseo en crimen. Y todo, en pobreza estructural.

Pero hay una buena noticia: la energía disponible del caos puede producir las novedades que rectifiquen el desorden, autoorganizándose en un nuevo orden.

El peligro radica en que ese alarmante segundo principio de la termodinámica, según el cual en el universo la energía no tiene más destino que su disminución, la entropía, alcance su punto de equilibrio y ya no quede lugar para el caos, para lo nuevo.
El hábito es una especie de rendición, y un mal indicio de entropía. Nos hemos habituado ya a que la corrupción es moneda corriente en los ámbitos empresariales y políticos, que la televisión está en manos de mercaderes codiciosos e inescrupulosos que guerrean por el rating con el arma barata de la procacidad en nombre de la libertad y que hay quienes patrocinan la procacidad en nombre del consumo, y que el crimen espera a la vuelta de cualquier esquina.
Corremos el riesgo de que el desorden malgaste los últimos recursos del sistema hasta alcanzar el punto máximo de entropía, incontestable medida del desorden como fin.

Corremos el riesgo de quemar la energía de la libertad en la tóxica combustión del libertinaje, que ahoguemos las sorpresas del caos en la parálisis de un desorden denso y mediocre. Existe el peligro de que, habituándose a lo peor, esta Argentina que enamoraba a Prigogine ya no sepa dar lugar a la inteligencia, al saber, a la justicia, a la belleza.

¿Y entonces qué? Me atrevo a imaginar lo que hubiera respondido el científico del tiempo y de la libertad: entonces, el trabajo y la esperanza, la que, pensándolo desde esta matemática de lo no lineal, tiene más que ver con el caos que con el orden.

Han transcurrido diez años desde aquel otoño; Ilya Prigogine murió en 2003. De pronto, siento una infinita añoranza por el caos y sus delicias.

viernes, julio 27, 2007

GARIBALDI POR ALICIA DUJOVNE ORTIZ

La herencia de Garibaldi
Por Alicia Dujovne Ortiz

Para LA NACION
Viernes 27 de julio de 2007

Doscientos años después de su nacimiento, el héroe italiano nacido en Niza el 4 de julio de 1807 continúa despertando grandes pasiones. En Italia, donde las recientes celebraciones se han visto oscurecidas por el “luto” de la Liga del Norte, el partido ultraderechista autonomista de Umberto Bossi, para quien la existencia del unificador Garibaldi sigue siendo motivo de duelo. Y entre nosotros, por causa de Rosas.

Cuando decidí, hace unos años, escribir una novela sobre la vida de Anita, la mujer brasileña de Giuseppe Garibaldi, un artista de París que reivindica con toda justicia nuestro pasado africano me llamó para colmarme de reproches: “¿Pero te has vuelto loca? ¡Cómo vas a ocuparte de ese mercenario!” Como, por el momento, carecía de una réplica adecuada, sólo se me ocurrió contestarle: “¡Garibaldi se pasó la vida en la miseria! Si era mercenario, francamente, se vendía barato”. Poco después, al comenzar mi trabajo, el mismo Garibaldi se encargó de proporcionarme, a manera de anécdota, la respuesta buscada. Los que no pensamos a partir de abstracciones, sino de imágenes, a veces recibimos esos regalos inesperados que nos lo aclaran todo, o casi, en un relámpago. Esta vez el regalo consistió en un fragmento de las memorias garibaldinas en el que pocos han reparado hasta la fecha.

El pasaje relata lo siguiente: en 1851, un Garibaldi entristecido y reumático arribó al puerto de Paita, en la costa peruana, bajó del barco mercante en el que trabajaba (estaba en su segundo exilio, tras la muerte de Anita y la derrota sufrida en el sitio de Roma, en 1849), y renqueó hasta el rancho de una “amable matrona” que aún sobrevivía solitaria en ese desierto de salitre, desterrada desde la muerte de quien había sido su compañero: Simón Bolívar. La visita a doña Manuela Sáenz no habría pasado de una simple gentileza si Garibaldi no la hubiera narrado con una devoción que le agrega valor de símbolo: al rendir homenaje a la Libertadora, el italiano se inclinaba ante el recuerdo del Libertador, muerto en la incomprensión y en el exilio treinta años antes. Un fervor comprensible: ambos, Garibaldi y Bolívar, eran masones, ambos se sublevaban contra toda tiranía y profesaban un internacionalismo generoso.

Lo anterior sonaría a perogrullada de no mediar las derivaciones actuales de la historia, que se resuelven en una curiosa amalgama entre el revisionismo pro rosista y el ideal bolivariano enarbolado desde Caracas. Dentro de esa amalgama, Bolívar y Rosas resultarían hermanados por decreto. Y como bien lo manifestaba mi artista de París, a Garibaldi, que luchó contra Rosas, le tocaría el peor papel: en el mejor de los casos, el de un “tano” que mejor se hubiera quedado en su casa en vez de venir a meterse en una guerra ajena; en el peor, el de un vulgar pirata.

Algo de verdad contiene lo de la guerra ajena, no porque en el fondo lo fuera, sino por la traducción literal que de ella hacía Garibaldi. Es evidente que el italiano no penetró en los entretelones de ninguna de las dos luchas en las que, con una entrega absoluta, resolvió enrolarse; y no precisamente por afán de lucro, sino porque todo movimiento popular le resultaba propio. En Brasil, la revolución riograndense de los farrapos, los harapientos –una guerra de secesión conducida por un ambiguo caudillo– le pareció coincidir punto por punto con su deseo de justicia. Por un lado, una tropa, efectivamente, harapienta; por el otro, un poder imperial. La transposición de Garibaldi convertía ese imperio brasileño, bastante liberal, de don Pedro II y su regente, en una versión sudamericana del imperio austríaco, aborrecido y reaccionario, que ocupaba su patria.

Al darse cuenta de que la revuelta de Rio Grande do Sul, en la que había peleado con un magnífico desprecio por su vida, escondía bajo el poncho intenciones oscuras, Garibaldi se instaló en Montevideo, con Anita y con su hijo Menotti, de pocos meses. De manera inevitable, la causa de una pequeña ciudad cercada por las poderosas tropas de Juan Manuel de Rosas volvió a semejarle un calco exacto de situaciones europeas, que sí comprendía. Tampoco aquí, al comienzo, Garibaldi percibió los intereses que se movían en las sombras. Cuando le quedó claro que Francia e Inglaterra intervenían en el conflicto entre Uruguay y la Argentina, decidió regresar a Italia, donde soplaban, en apariencia, vientos de libertad.

Mitre, que conoció a Garibaldi en Montevideo y que trazó de él un colorido retrato, advirtió un desequilibrio entre su corazón y su cabeza. Nada más cierto, al menos en esos años de juventud: mientras Garibaldi estuvo en América del Sur, su cabeza no le permitió captar los matices de la contienda en la que participaba, por no decir sus fealdades; en cambio, su corazón lo impulsó a compartir toda pelea en la que un pueblo se rebelara contra un opresor. Era un hombre de acción, sano, solar, emotivo y un poco ingenuo, que terminó por aprender la lección y por volverse pragmático.

Sin embargo, no fue por su cabeza que sus partidarios lo siguieron (para eso lo tenían a Mazzini, el ideólogo, el intelectual de la Joven Italia), sino por su corazón de héroe carismático. Esa suerte de cordial teatralidad se revelaba en multitud de gestos auténticos: cuando navegaba en su barquito La Farroupilha como corsario de la revolución de los harapientos, Garibaldi liberó a los esclavos negros de una nave imperial. Cuando luchaba en el Giannicolo de Roma contra el mismo Papa, Garibaldi liberó a los judíos del gueto. Y los negros y los judíos y el bajo pueblo romano pelearon junto a él.

Sin entrar en la polémica entre revisionistas y defensores de la historia llamada “oficial”, vale decir, la del citado Mitre, cabría preguntarse a cuál de los dos, Rosas o Garibaldi, habría considerado Bolívar su interlocutor natural, en caso de haber vivido lo suficiente como para permitirse elegir. Entre un caudillo que manejaba su país como una estancia y un condottiero patriota, abierto al mundo, yo tendería a sospechar que Bolívar habría sido bastante menos rosista que garibaldino. Los ideales de la masonería y de su corolario, el liberalismo –que en su época representaba, simplemente, el progreso– habrían inclinado la balanza en favor del hermano europeo, fogueado en la guerrilla sudamericana. La liberación y la unificación de Italia logradas por Garibaldi tuvieron la misma madre que la liberación y la unificación de los países americanos soñadas por Bolívar. Quienes hoy ensalzan con razón la belleza del ideario bolivariano y la incuestionable necesidad de llevarlo a la práctica harían bien en repensar la figura del defensor italiano de una idea tan próxima.

¿Qué se llevó Garibaldi de América del Sur? La admiración por tres gauchos matreros a los que conoció en la isla Martín García y que representaban para él la imagen misma del hombre libre; el hábito de montar, de tomar mate y de emponcharse lo mismo que ellos; la amistad del negro Aguiar, que murió a su lado en el Giannicolo; el amor de Anita, la criolla que también fue a morir por él.

¿Qué nos dejó? Para quienes no comulgan con el rosismo, una vaga impresión positiva, más bien risueña, y un extraordinario desconocimiento de su persona que se resume en una breve onomatopeya, “¡pum!”; para los que sí lo hacen, un odio que conduce a negar la sinceridad de sus motivaciones. Estos últimos también harían bien en recordar el último gesto del almirante Brown, el gran adversario de Garibaldi, que acorraló mil veces con su tremenda escuadra a los míseros barquitos uruguayos, en el Plata y el Paraná. Antes de volverse a su patria, el viejo almirante pro rosista desembarcó en Montevideo y visitó a Garibaldi en su pieza de conventillo de la calle del Portón. Hablaron a oscuras y tomaron agua del pozo. A la familia del italiano supuestamente venal siempre le faltaron velas para alumbrarse, y vino, en esa casa, no se tomaba. Brown se inclinó ante Anita y le dijo: “Vengo a rendir tributo al coraje y a la grandeza de su marido”.

¿Y en Italia qué dejó, aparte del país liberado y unificado con el que realizó su sueño? Como toda figura contradictoria por pasión y por exceso, Garibaldi ha admitido varias lecturas, justas e injustas. Comunistas y fascistas se han disputado sus pedazos. Según los tiempos y los ánimos, le tocó la variada fortuna de ser reivindicado por Mussolini como figura populista, ensalzado por los partisanos antinazis y considerado un exportador de revoluciones sin fronteras, igual que el Che.

Las violentas manifestaciones de los militantes de la izquierda antiglobalista contra el G7, en Génova, incluían una “columna garibaldina”.

Una fluctuación encarnada por su descendencia. Hace un tiempo me llegó una carta firmada por Annita Garibaldi Jallet, con un libro de regalo al que encontré imperdible: I Garibaldi dopo Garibaldi. La tradizione familiare e l’heredità política. Las fotografías de diversos Garibaldi alzando noblemente los rostros barbados ante el fotógrafo revelan a una familia que se sintió obligada a representar esa tradición, a veces con una teatralidad bastante menos cordial que la del fundador del linaje. Tras haber luchado junto al padre, y a la muerte de éste, Menotti, Ricciotti y Stefano Canzio, marido de Teresa Garibaldi, más tarde acompañados por sus propios hijos, siguieron batallando en distintos frentes. Durante la guerra del 14, la Legión garibaldina estaba capitaneada por Peppino Garibaldi, hijo de Menotti, y por los hijos de Riccioti: Ricciotti junior, Sante, Bruno, Constante. Los caminos se bifurcaron con el ascenso del fascismo: mientras Ezio, otro de los hijos de ese Ricciotti que alguna vez había brindado por Marx, pero que en su vejez se había fotografiado junto a Mussolini, apoyaba al dictador sin retaceos, Sante protagonizaba la única historia de la que su abuelo habría estado realmente orgulloso.

Una historia bastante desconocida, sin redoblar de tambores ni uniformes relumbrantes. Cuando triunfó el fascismo en Italia, Sante Garibaldi emigró a Francia. Y cuando, en 1940, Francia fue invadida por los nazis, creó una organización de resistentes, acto que le valió su deportación al campo de concentración de Dachau. Liberado en 1945, Sante fundó en Roma el Movimiento Garibaldino Antifascista Partigiano Italiano. Pero los sufrimientos padecidos a manos de los alemanes le acortaron la vida.

Que cada cual elija a su Garibaldi. En lo que a mí respecta, la línea que parte de un revolucionario capaz de ofrecer su sangre a una causa sudamericana me parece prolongarse en la de un resistente capaz de darla para oponerse al nazismo. Un Garibaldi en Dachau, qué perfecta coherencia.




27.07.07
13:51Con respeto, considero necesario puntualizar: Garibaldi, su escuadrilla y fuerza de desembarco, solo significó muerte, violación, incendio y saqueo en sus incursiones sobre las poblaciones de nuestro litoral, hasta que fué derrotado en Costa Brava por la escuadrilla de la Confederación Argentina al mando del Alte Brown (que no era tan poderosa como se la señala). Garibaldi enarbolaba la bandera del Gobierno de Montevideo, el resto del Estado Oriental era gobernado por el Gral Oribe; la ciudad estaba en manos de las potencias "mediadoras",sus diplomáticos y almirantes, también influian los exilados unitarios, por medio de la" Comisión Argentina", defendian la ciudad las fuerzas de las naciones "mediadoras", las legiones extranjeras (francesa, italiana, argentina) y los negros libertos al efecto. En pocas palabras, poco "oriental" en todo el contexto. Nadie discute el valor y desinterés de Garibaldi, pero me parece demasiado llamarlo " héroe de dos mundos" y haberle levantado semejante monumento en nuestra Ciudad, que no lo tienen argentinos que bien se lo merecen.

sábado, julio 21, 2007

LA INACABABLE LUCHA POR LA LIBERTAD

El amor judío de Mussolini
Por Marcos Aguinis



Margherita Sarfatti fue una mujer hermosa, culta y apasionada, que dominaba cuatro idiomas y conoció a Benito Mussolini durante sus juveniles luchas marxistas. Lo siguió en su rápido ascenso al poder, hasta convertirse en una de sus propagandistas más convincentes dentro de Italia y fuera de ella, incluso en los Estados Unidos, donde fue recibida con honores por el presidente Roosevelt y su esposa, Eleanor.
Alternó con periodistas de la talla de William Randolph Hearst, discutió en el fermentado mundo intelectual y forjó una amistad con el presidente de la Universidad de Columbia, en cuyos archivos se guarda como un tesoro la mayoría de sus cartas y documentos.
Se decía entonces que Roma volvía a ser la capital del mundo y que Roosevelt aplicaba las políticas económicas de Mussolini.

Millones de oyentes escucharon las exposiciones de Margherita en fluido inglés por la cadena NBC: Italia había superado la anarquía de la guerra, conseguía un rápido crecimiento económico, eliminaba la lucha de clases y había evitado el genocidio que hubieran perpetrado los bolcheviques.
Las artes y ciencias recibían un gran impulso desde el Estado. La "mano fuerte" del líder convenía a la indisciplina de los italianos. "¿Qué es el fascismo? -insistía- ¡Es socialismo!" El socialismo bueno, inclusivo, esperanzador.

Había dejado atrás la imperfecta democracia y las exclusiones comunistas.

Margherita y Benito mantuvieron un prolongado romance que fue quebrado cuando el Duce aceptó someterse a las leyes raciales de Hitler.
Ella fue entonces autorizada para partir al exilio.
Fue una brutal ironía para quien había sido una resonante difusora de las ideas del fascismo y ahora se convertía en su víctima.
Quedó entre dos fuegos: el odio de los antifascistas y el odio de los fascistas que no le perdonaban su origen judío.


Luego de pasar por París y no conseguir ingresar en los Estados Unidos, vino a establecerse durante siete años a Uruguay y a la Argentina.
Ya era amiga del maestro Petorutti.
Su agitada historia acaba de ser narrada con precisión y suspenso por Daniel Gutman en su libro El amor judío de Mussolini, del fascismo al exilio , editado por Lumière .

La evoco ahora porque el miércoles se cumplieron 60 años de su vuelo en Aerolíneas Argentinas rumbo a Italia, de donde no regresaría jamás.
Su vida y sus acciones, no obstante, aún brindan lecciones de alto voltaje.

Mussolini tuvo decenas de amantes, pero Margherita no fue una más: su relación duró décadas y estuvo mechada por polémicas.
Aunque el Duce solía decir: "Los judíos son mis peores enemigos" y se había opuesto a que su hija Edda se casara con uno de ellos, no los persiguió y mantuvo como ministro de Finanzas al judío Guido Jung hasta 1935.
Finalmente, casó a Edda con el conde Galeazzo Ciano, a quien designó canciller cuando tenía 33 años, el más joven de Europa.
Ciano más adelante lo traicionó y fue fusilado por los fascistas en presencia de oficiales nazis.


A medida que crecía su poder, menos toleraba Mussolini los disensos, en particular los femeninos.
Esto marcó crecientes diferencias con Margherita.
Además, el Duce empezó a elegir amantes cada vez más jóvenes.
La última, Clareta Petacci, tenía 32 años menos que él.
Margherita publicó varios libros, muchos dedicados al arte.
Fue la autora de la primera biografía oficial del Duce - Dux -, que se tradujo a 18 idiomas, agotó innumerables ediciones y le dio fama universal.
Lo exaltó como el hombre que se hizo a sí mismo y enderezó la historia de Italia.
A Margherita la llamaron "zarina del arte".
Ante ella se inclinaban, reverentes, funcionarios y diplomáticos.
Coleccionaba obras de vanguardia de muchos autores condenados después por el nazifascismo.
Como dijimos, había conocido a Mussolini en la juventud, cuando éste, en Milán, editaba el periódico socialista Avanti!
Ella era una deslumbrante pelirroja, miembro de una aristocrática familia judía radicada en Venecia desde hacía centurias.
Esto impresionó al hijo de herrero, muy histriónico, pero poco esclarecido.
Escuchó con embeleso relatos, descripciones y teorías acumuladas en la mente de esta mujer refinada.

Más adelante, en su camino al exilio, Margherita volvió a encontrarse con una vieja conocida, Alma Mahler, quien huía de Austria con su nuevo esposo, el poeta judío Franz Werfel. Alma escribió entonces: "Cuando la vi por primera vez, era la reina sin corona de Italia; ahora es una mendiga real en el exilio; viene a visitarnos con frecuencia y su vitalidad anima a todos los emigrados".

Era frecuentada por Jean Cocteau y otros personajes ilustres.
Dio numerosas conferencias en el Louvre en perfecto francés; su erudición era asombrosa.

Margherita escribió que desde que había llegado a su exilio parisiense se había sentido rodeada de gente buena, lejos del veneno, la presión, la falsedad y la crueldad.
"Mis libros en Italia ahora no son leídos. Creo que serán quemados con todos los libros escritos por judíos en una ceremonia solemne."
Muchos de ellos habían sido prologados por el mismo Duce y el absurdo sonaba a humor negro.
"Las medidas tomadas en Italia en tres semanas van más lejos que las de Alemania en cinco años de persecución." Esto se contradecía con la promesa que Mussolini había transmitido a millones de italianos americanos y a toda América de que jamás tomaría medidas antisemitas. Margherita advirtió algo que antes no había querido ver: su cínico oportunismo.
En el primer encuentro que habían tenido ambos dictadores en 1934, Mussolini dijo a Hitler que defendería la independencia de Austria.
Luego, mareado por delirios imperiales, lo apoyó en todo lo que exigía el teutón, incluidas las leyes raciales.

Antes de expulsarla, el Duce había vuelto a pedir la ayuda de Margherita para mejorar su perfil internacional, deteriorado por su invasión de Etiopía.
Pero en mayo de 1936, frente a una multitud extasiada, anunció el nacimiento del imperio fascista.
La Sociedad de Naciones le aplicó sanciones. No obstante, Estados Unidos se negó a cumplirlas en su totalidad por ruegos de Margherita al presidente Roosevelt.
Ella todavía conservaba la esperanza de impedir que Mussolini siguiera a Hitler.
De haberlo logrado, Italia no habría participado de la Segunda Guerra Mundial, esquivándola como el astuto Franco.
Entonces, ¿qué habría pasado con el fascismo?, se preguntó Daniel Gutman cuando lo entrevisté con motivo de su excelente biografía.

Al estallar la guerra, el cónsul italiano en Barcelona, que había sido amigo de Margherita, le aconsejó huir enseguida de Europa y le consiguió un pasaje en el transatlántico Augustus rumbo al Río de la Plata.
Durante la escala en Río de Janeiro fue abordada por los periodistas y ella se limitó a decir: "De política no hablo".
En Montevideo la esperaba su hijo Amedeo, también expulsado de Italia.
El periódico Marcha quiso extraerle secretos, pero Margherita Sarfatti replicó que venía a estudiar el arte precolombino.
El periodista describió su rostro marcado por los embates del tiempo: de su pasada belleza triunfante e irresistible aún quedaba la mirada femenina y alegre de sus grandes ojos verdosos.
Sólo atinó a balbucear: "Europa... la pobre Europa, ya no sabe buscar su felicidad".
Otro diario tituló: "Margherita Sarfatti, el gran amor del Duce, vive desterrada en Montevideo".
La revista Atlántida de Buenos aires pudo extraerle confesiones de sus primeros años de lucha, llenos de sueños e intenciones fraternas.
Escribió a Emilio Petorutti, que había frecuentado el salón de Margherita en Milán y en ese momento dirigía el Museo de Bellas Artes de La Plata.
La invitó enseguida, enterado de su tragedia, pero chocó con la intelectualidad antifascista, que no olvidaba los servicios prestados al nefasto movimiento.

Tampoco pudo conseguir el apoyo del periodista Natalio Botana ni de los diarios La Prensa y LA NACION.
Trató de conectarse con Victoria Ocampo, quien había visitado al Duce en 1934, antes de su agresión africana, para exponerle sus ideas feministas.
Mussolini la atendió cortésmente, pero al despedirla en la puerta, la espantó con esta frase: ¡Le donne, per parire! (Las mujeres, para parir).
Victoria no olvidaba.
Su revista Sur tomó partido en favor de Gran Bretaña y Francia: "Permanecer neutrales ante su suerte es permanecer neutrales ante nuestra propia suerte". Victoria Ocampo, junto con Natalio Botana, fundó en 1940 la Acción Antifascista.

La presencia de Margherita Sarfatti en el exilio desconcertaba.
Los judíos italianos la esquivaron.
Pero Victoria Ocampo, fiel a su estilo rebelde, tuvo el coraje de extenderle un consuelo.
Le escribió a su amigo Roger Caillois: "Ya ves, perdono muchas cosas", y agregó que lo hacía con quienes no son personas insustanciales.
La acompañó a la primera conferencia que dio Margherita, titulada "De la novela histórica a la historia novelada", dedicada a la literatura francesa.
Victoria, al presentarla, evocó que Margherita Sarfatti escribía artículos anónimos desde los 14 años en diarios socialistas y recordó su campaña en favor de las libertades, en 1914.
Evocó su primer libro, La milicia femenina, en Francia, sus cursos en italiano, francés, inglés y alemán, sus actuaciones en las universidades de Berlín, Colonia, Amsterdam, Grenoble, Columbia, y su devoción por el arte italiano.
Respecto de sus vínculos con Mussolini, piadosamente no pronunció una palabra.

Luego le empezaron a publicar artículos en diarios y revistas junto a firmas destacadas del momento, todas ellas antifascistas.
Pasaba los veranos en Uruguay y los inviernos en Buenos Aires.
Por fin consiguió la simpatía de Natalio Botana, quien se fascinó ante el acopio de cultura, gracia y belleza que reunía esta mujer.
Margherita siguió el dramático curso de la guerra y celebró la victoria aliada. También se mantuvo alerta frente a los acontecimientos que agitaron a la Argentina desde comienzos de los años 40.
El naciente fenómeno peronista le generó un incómodo déjà vu .
Pero prefirió concentrarse en sus caudalosos conocimientos artísticos y marginarse de la política hasta su muerte, en Italia, en 1961.
Esta biografía la ha resucitado en su fascinante atractivo y complejidad.

PUBLICADO POR lA NACIÓN DE BUENOS AIRES 20/07/2007

viernes, julio 20, 2007

EL VOTO DE LA MUJER EN PAISES MUSULMANES

El voto de la mujer en los países musulmanes
Abdennur Prado 20/07/2007


En su magnífico artículo Mujer y política en países de tradición islámica (EL PAÍS 16-07-2007), Francisca Sauquillo afirma que "entre los países de tradición islámica, fue Líbano, en 1952, el primero en reconocer el derecho que tenía la mujer a elegir y a ser elegida."

Pero este dato no es correcto.
Este derecho fue reconocido por Azerbaiján en 1919, Tayikistán en 1924, Turkmenistán en 1927, Turquía en 1930, Uzbekistán en 1938, Senegal e Indonesia en 1935, Pakistán e Irak en 1948 y Siria en 1949. Argelia no lo hizo hasta el año 1963, el mismo año que Irán y que Marruecos.
Es decir: las mujeres de muchos países de población musulmana consiguieron el derecho a elegir y ser elegidas antes que países europeos como Francia, Italia, Yugoslavia, Hungría, Bélgica, Rumania (todos ellos entre el 1945 y 1948) o Grecia (1952).
Y antes que la mayoría de los países latinoamericanos.
En Pakistán este derecho fue reconocido en la Constitución de 1947, sin que el hecho de ser una República Islámica significase ningún impedimento. Una mujer -Benazir Bhutto- fue elegida dos veces presidenta por sufragio universal (en 1988 y 1993).
Y en el país con mayor población musulmana del mundo (Indonesia) las mujeres tuvieron garantizado este derecho en fecha tan temprana como 1935, reafirmado en la Constitución de 1945.
El Movimiento de Mujeres de Indonesia (Gerakan Wanita Indonesia) se formó en 1950, y en 1957 tenía 650.000 afiliadas, cuando fue prohibido y reprimido duramente por la dictadura (pro-occidental, por cierto) de Suharto. Una mujer -Megawati Sukarnoputri- fue elegida presidenta del país el año 2001.


Dicho lo anterior, debemos mencionar los países de población musulmana en los cuales todavía no existe sufragio femenino: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrein, Kuwait... aunque ante esta lista, parece absurdo reivindicar el sufragio femenino, ya que se trata de monarquías absolutistas.
Un error habitual es el de reducir lo islámico a lo árabe, con lo cual se olvida de la inmensa mayoría de las mujeres musulmanas del planeta: apenas el 15% de las musulmanas del mundo son árabes.

Por ello, creo que un título más apropiado hubiera sido:
Mujer y política en países árabes, que es donde reside el núcleo del problema. No porque los árabes sean más misóginos que cualquier otro pueblo, sino por un doble factor:
1) el peso del panarabismo wahabita y su versión oscurantista del islam, y
2) la tutela que de estos regímenes totalitarios hacen los EE UU, con el objeto de mantener controladas las fuentes del petróleo. De hecho, ambos factores están estrechamente unidos.
Desigualdad social, totalitarismo y discriminación de género vienen siempre de la mano.
La religión a menudo actúa como pegamento.

martes, julio 17, 2007

LA DIFICIL LUCHA POR LA LIBERTAD


Los versos satánicos

Los versos satánicos (título original en inglés: The Satanic Verses) es la cuarta novela del escritor indio nacionalizado británico Salman Rushdie, publicada por primera vez en 1988.
El título hace referencia a los versos satánicos, un intento de interpolación en el Corán descrito en la biografía de Mahoma escrita por Ibn Ishaq.

La novela narra la historia de Gibreel Farishta y Saladin Chamcha, dos actores de origen hindú. Farishta es una estrella de Bollywood especializado en papeles religiosos con un fuerte complejo de superioridad; Chamcha, un emigrante que ha roto con su pasada identidad hindú, trabaja como actor de voz para comerciales, experto en adoptar cualquier acento, lo que le ha ganado la fama del "Hombre de las Mil Voces".
Al principio de la novela ambos caen en picada, al haber explotado el avión en el que viajaban, el Bostan 706, de India a Inglaterra.
Sin embargo, sobreviven milagrosamente al caer cerca de las costas inglesas, transformados Farishta con una aureola angelical y Chamcha con unas nacientes protuberancias en la frente, respectivamente arcángel Gabriel y Shaitan.
Sus caminos se separan en la casa de playa de Ms Rose Diamond en donde son buscados por la policía acusados de ser inmigrantes ilegales, pero sólo es puesto bajo custodia Saladin Chamcha, puesto que Gibreel se les presenta a los oficiales irradiando la luz angelical de su aureola, convenciéndoles de su honesta estancia en el país sin tan siquiera decir una palabra.
En cambio, Chamcha con sus ahora enormes cuernos caprinos que no solo lo delatan como extranjero sino que lo convierten en la viva representación de todo lo que es maligno y engañoso, los oficiales se lo llevan entre burlas y abusos físicos, a pesar de su afirmativa de ser ciudadano inglés y de ser sobreviviente del Bostan.
Farishta lo observa todo como alejado, en trance, y no intenta siquiera ayudar.
Chamcha nunca olvidaría el incidente.
A la narrativa principal, se intercalan visiones soñadas por Gibreel Farishta, que lo representan como el mensajero de Dios.
Una de estas visiones narra la historia de Ayeesha, una joven campesina hindú, quien dice recibir mensajes de Dios a través del Arcángel Gabriel.
Ella encabeza una peregrinación a La Meca, a pie, a través de la India.
Al llegar a la costa del mar de Arabia, los creyentes entran y se sumergen con la esperanza de que el arcángel separara las olas y les permitirá el paso libre, sin embargo todos se ahogan.
La secuencia de Jahilia es la que contiene más elementos considerados como blasfemos por los musulmanes.
En esta parte somos partícipes de la vida de Mahoma (Mahound en el libro) su exilio y su eventual regreso triunfante a La Meca preIslamica y politeísta (Jahilia en la novela).
En esta visión es donde se hace alusión a los versos satánicos: Hind, esposa del líder de Jahilia y sacerdotisa de Al-Lat, le ofrece a Mahound un pacto, él admitirá a tan sólo tres de los dioses de Jahilia, como arcángeles de Alá, y le permitirá al pueblo su adoración y ella (y por consiguiente, el pueblo) aceptará a Alá.
Mahound atribulado sube al monte Cone, a pedirle una revelación al Arcángel Gabriel, obligándole inconscientemente de dictarle unos versos en los que se proclame la validez de las tres deidades.

Tras un enfrentamiento con Hind, y al darse cuenta de la trampa en la que había caído (puesto que incluso su gente empezaba a dudar de las supuestas revelaciones) Mahound vuelve a subir al monte Cone para enfrentarse físicamente con el arcángel, sólo para ser vencido.
Con esto, Mahound se convence a sí mismo de que ahora sí es el verdadero arcángel, puesto que un humano nunca podría vencer al mensajero de Dios.
Vuelve a recibir los versos ahora proclamando la existencia de solo un Dios y nadie más, y que los versos que anteriormente le dictara el supuesto arcángel en realidad habían sido dictados por Satán.

Sin embargo, ambos dictados, admite Farishta, no han provenido de él, sino del interior del profeta, convirtiendo al arcángel en un mero títere cantando glossolalia.

Pero es quizás la visión del Iman, un fanático líder religioso exiliado, la que le valió la fatwa emitida por el Ayatolá Jomeini, el mismo un líder religioso exiliado en París.
Durante la visión se retrata al Iman como una figura de pesadilla que manipula al arcángel Gibreel a través de la fuerza y la violencia, para respaldar sus acciones, igual de violentas, para con su pueblo.

Controversia

La publicación del libro en 1988, en el Reino Unido, trajo consigo una fuerte polémica, desde la prohibición y quema del libro en los países musulmanes así como disturbios tanto en Inglaterra como en Estados Unidos.

El 14 de febrero de 1989, el Ayatolá Jomeini proclama una fatwa, instando a la población musulmana a ejecutar a cualquier persona relacionada con la publicación del libro.
Una Bonyad o fundación religiosa iraní llega incluso a ofrecer una recompensa en efectivo por la muerte de Rushdie quien dos días después seria puesto bajo protección del gobierno británico las 24 h del día.
Tales precauciones fueron fundamentadas cuando los traductores Hitoshi Igarashi y Ettore Capriolo así como el editor noruego Wiliam Nygaard fueron brutalmente atacados, en distintas localidades, por fanáticos musulmanes.
El traductor de la edición japonesa murió a consecuencia de las heridas infligidas en dicho ataque.
La fatwa hacia Salman Rushdie sigue vigente, según reporta la agencia de noticias oficial del estado iraní, y la recompensa asciende a U$D 2,8 millones ofrecidos por una bonyad financiada por el gobierno.
Ahora, en junio de 2007 la Reina Isabel II de Inglaterra y el gobierno británico le concedieron a Salman Rushdie la distinción de caballero (Sir.) a lo cual, el mundo islámico ha vuelto a reaccionar a casi 20 años de la primera publicación de "Los Versos Satánicos".

Los gobiernos de Egipto e Irán, así como manifestantes en Malasia, grupos talibanes de Afganistán y otros de línea dura en Pakistán han mostrado su condena a la distinción hecha por el gobierno británico, denunciando una provocación al mundo islámico por parte de occidente.

El gobierno británico se ha negado a dar una excusa sobre su acto y mas bien lo defiende como un premio al trabajo literario de Salman Rushdie, gracias al conjunto de valores que, según John Reid (Ministro del Interior de UK), tiene Gran Bretaña indiferentemente si se comparte o no los puntos de vista del autor premiado, sin embargo la Ministra británica de Relaciones Exteriores, Margaret Beckett, comento que su país “lamenta” la ofensa causada por el título a Rushdie a quienes “se tomaron muy a pecho ese nombramiento”.

Obtenido de http://es.wikipedia.org/wiki/Los_versos_sat%C3%A1nicosnativos
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lunes, julio 16, 2007

NUEVA BIOGRAFIA DEL MARISCAL TITO Y LOS NO ALINEADOS.

Recuerdos de la ex Yugoslavia: Tito, el dandy rojo
En momentos en que la figura del mariscal Tito empieza a ser evocada con nostalgia en los Balcanes, una nueva biografía lo retrata como el hombre que anticipó el hedonismo de izquierda, a quien los reyes deseaban tener en su mesa y las actrices de Hollywood iban a visitar
Domingo 15 de julio de 2007 Publicado en la Edición impresa de La Nación,de Buenos Aires.


"Un muslito de gorrión, presidente Tito? ¿O prefiere la pechuga?"
Fue suntuoso aquel banquete oficial que el camarada Deng Xiaoping ofreció una noche de septiembre de 1977 en el inmenso salón del Palacio del Congreso en Pekín: el fuego de las dieciséis cocinas encendido desde hacía dos días, ochocientos comensales, mil camareros. Entonces, presidente, ¿la pechuga o el muslo?
Ni una cosa ni la otra, pensó el Mariscal, que detestaba comer aves, pero en esa ocasión sólo podía pensarlo. China es China, la ofensa estaba cerca. ¿Cómo salir airoso? Al estilo Tito: con una mirada directa a Deng, con una sonrisa al camarero. Y un rechazo cortés condimentado con ideología: "Lo lamento, pero en mi país se dice que los gorriones son los proletarios del cielo. Y yo no puedo comer a un proletario".
Cuando en Italia el caricaturista Giorgio Forattini dibujaba al aburguesado Enrico Berlinguer bebiendo té en bata de seda, mucho antes de que llegaran los cachemires de Fausto Bertinotti, en Yugoslavia había un comunista con estilo, a quien los reyes deseaban tener a su mesa y las actrices de Hollywood iban a visitar.
Alguien que se permitía hospedar a la familia real británica en la campiña de Leskovac y encender el carbón para el asado ("una experiencia única", comentó la reina Isabel en 1972) o invitar a Sofía Loren a Brioni (1974) para que le cocinase espaguetis al tomate. Tiraba enemigos a las fosas y horneaba. Reprimía y recibía.
"El era el verdadero Dandy del comunismo", dice Enzo Bettiza, el gran escritor y periodista de origen dálmata y de sino liberal al que el croata Tito le expropió una casa familiar y que hablaba con él sin intérpretes:
"Tenía el porte de un noble de Europa Central, más que el de un comunista balcánico. Incluso porque se daba poco con el proletariado.
Luego de la caída de Yugoslavia, un día que almorzaba en el club de escritores de Zagreb me lo explicaron: ¿Se ha preguntado alguna vez por qué Tito hablaba tan bien el alemán, practicaba esgrima, tocaba el piano, andaba a caballo, amaba la opereta, el champagne y los yates?
Porque, en realidad, y esto en Zagreb siempre se ha murmurado, era el hijo natural de un noble croata".
Tito, el " bon vivant ". Tito el dandy rojo.
Será también por esto que luego del derrumbe de Yugoslavia, (casi) finalizada la borrachera del nacionalismo, una extraña nostalgia atenaza ahora a los Balcanes.
En recuerdo a Josip Broz aparecen ahora restaurantes, clubs de fans, sitios web. Están los que proclaman, en un terreno serbio de algunas hectáreas, la Titoslavia, y los que lanzan ropa blanca íntima con la estrella roja.
Un nieto del Mariscal hasta ha impuesto el derecho de autor sobre el nombre. El último fenómeno en las librerías de Belgrado y de Zagreb es
El libro de cocina de Tito , de 255 páginas de intrigas y de maravillosas fotos con los grandes de mediados del siglo XX, menús de los encuentros e instrucciones para cocinarlos.

Exceptuados Adenauer y De Gaulle, Tito se encontró con todos. Porque la locomotora de la revolución de Tito, donde no alcanzaba el carbón, funcionaba con bicarbonato: el pollo con panceta de Kruschev( el más maleducado, nos hace saber el maestro de ceremonias de la corte, Branco Trbovic) y el cordero con hongos para el Shá (el más carismático), la salchicha para Willy Brandt y el carnero a la cebolla con Saddam Hussein.

El lujoso camino al socialismo incluía galantes comidas con Josephine Baker (arrollados al queso) y Gina Lollobrigida (sopa de pescado), Liz Taylor (tartas) y Jackie Kennedy Onassis (mariscos) "No se puede decir que haya sido el hombre más rico del mundo -aclara Bettiza-, pero ciertamente se rodeó del bienestar más grande, a orillas de un mar que está entre los más bellos. Era un gran mujeriego. Ivan Mestrovic, el escultor, le regaló su villa de Spalato: a Tito le servía para encontrarse con la soprano del teatro local, lejos de los ojos de su esposa, Jovanka".

La "Yugostalgia" no es nueva "si se piensa que la Eslovenia comunista ya era entonces más rica que Calabria", pero según Bettiza "esta nostalgia por Tito, este libro, son una novedad sobre todo en Serbia, donde en los años duros de Arkan [el líder paramilitar serbio Zeljko Raznatovi, N. de T.] los partidarios de Milosevic forzaron la historia y casi parangonaban a Tito con el exterminador [Ante] Pavelic, y le reprochaban haber debilitado a Serbia en una Yugoslavia fuerte, de haber concedido demasiado a los albaneses de Kosovo, de ser, en definitiva, un croata".

Un poscomunista, también, al menos al hojear El libro de cocina de Tito : había aprendido a desconfiar incluso de los amigos y, si aceptaba el cocktail Hemingway que le preparaba el camarada Fidel Castro, prefería llevar los limones y el agua para el hielo de su casa, así como no se escandalizaba cuando el estimado líder [rumano Nicolae] Ceausescu iba a su encuentro y exigía exclusivamente botellas hechas en Rumania.

La " dolce vita " de un no alineado requería cierta cautela y en Belgrado, en el palacio presidencial, funcionó siempre un centro contra intoxicaciones que etiquetaba todos los alimentos con dos palabras: "analizado", "utilizable".
Una precaución que se remontaba a las comidas con Stalin, no se sabe si más pesadas para el estómago o para la política. "Eran siempre, sin embargo, regímenes relacionados con crímenes, aunque Tito -según Bettiza-, no tenía con su pueblo la crueldad de un Ceausescu o de un Castro. En las memorias de Micunovic, embajador yugoslavo en la Moscú de Kruschev, se cuenta que, al morir Stalin, llevaron un escritorio al museo.
Parecía vacío, pero de un cajón apareció un papel apelotonado con rabia. Era una misiva de Tito al dictador soviético. Decía: "Ud. me ha mandado a muchos para que atentaran contra mí, pero todos fueron arrestados. Si nosotros le mandáramos uno a Moscú, estoy seguro de que volvería a casa vivo".

Una vida, según las palabras de Bettiza, no alcanzaría para contar todos los hechos del dandy rojo: "Empeñada en revalorizar a Craxi, la izquierda italiana lo ha removido, olvidado. Inexplicable.
¿Se nos rinde cuenta de lo que impidió? ¿Y de lo que anticipó? No se avergonzaba del lujo burgués y, dentro de los límites de un país como ése, concedía algunas migajas incluso a sus yugoslavos.
Un trotskista de salón como Bertinotti, o un Massimo D Alema [de origen comunista, luego diputado del Olivo, vicepresidente del Consejo y hoy canciller en el gobierno de Romano Prodi, N. de T.] tendrían interés en revalorizar a este camarada con estilo.
Tito fue un precursor del hedonismo de izquierda. Queda como un gigante. Porque siempre es mejor un político sobre el barco que un político en la iglesia".
Por Francesco Battistini Traducción: María Elena Rey LA NACION y Corriere della Sera ntro comentarios de la nota.
nestorscalone15.07.0716:35
Josip Broz el camaradi Tito, estuvo viviendo algunos años entre la segunda mitad de la década 10 y el siguiente quinquenio en Marmol, partido de Adrogué, en nuestra suburbana Bs. Aires. Cual pudo ser la razón de su exilio??? indudablemente político. Bien eso se puede chequear con algún historiador de la localidad señalada.

torpe15.07.0712:34
El obrero ajustador, devenido en mariscal, supo ubicarse en el medio y ordeñar las vacas de ambos contendientes.
Se debe reconocer, que ha llevado la vida heróica, muy agitada y que ha contribuído en buena medida a la derrota alemana en la 2-a Guerra Mundial

Cuantos entretelones ocultan a personajes que gozan de la impunidad del poder absoluto!