La Libertad Creadora

lunes, julio 16, 2007

NUEVA BIOGRAFIA DEL MARISCAL TITO Y LOS NO ALINEADOS.

Recuerdos de la ex Yugoslavia: Tito, el dandy rojo
En momentos en que la figura del mariscal Tito empieza a ser evocada con nostalgia en los Balcanes, una nueva biografía lo retrata como el hombre que anticipó el hedonismo de izquierda, a quien los reyes deseaban tener en su mesa y las actrices de Hollywood iban a visitar
Domingo 15 de julio de 2007 Publicado en la Edición impresa de La Nación,de Buenos Aires.


"Un muslito de gorrión, presidente Tito? ¿O prefiere la pechuga?"
Fue suntuoso aquel banquete oficial que el camarada Deng Xiaoping ofreció una noche de septiembre de 1977 en el inmenso salón del Palacio del Congreso en Pekín: el fuego de las dieciséis cocinas encendido desde hacía dos días, ochocientos comensales, mil camareros. Entonces, presidente, ¿la pechuga o el muslo?
Ni una cosa ni la otra, pensó el Mariscal, que detestaba comer aves, pero en esa ocasión sólo podía pensarlo. China es China, la ofensa estaba cerca. ¿Cómo salir airoso? Al estilo Tito: con una mirada directa a Deng, con una sonrisa al camarero. Y un rechazo cortés condimentado con ideología: "Lo lamento, pero en mi país se dice que los gorriones son los proletarios del cielo. Y yo no puedo comer a un proletario".
Cuando en Italia el caricaturista Giorgio Forattini dibujaba al aburguesado Enrico Berlinguer bebiendo té en bata de seda, mucho antes de que llegaran los cachemires de Fausto Bertinotti, en Yugoslavia había un comunista con estilo, a quien los reyes deseaban tener a su mesa y las actrices de Hollywood iban a visitar.
Alguien que se permitía hospedar a la familia real británica en la campiña de Leskovac y encender el carbón para el asado ("una experiencia única", comentó la reina Isabel en 1972) o invitar a Sofía Loren a Brioni (1974) para que le cocinase espaguetis al tomate. Tiraba enemigos a las fosas y horneaba. Reprimía y recibía.
"El era el verdadero Dandy del comunismo", dice Enzo Bettiza, el gran escritor y periodista de origen dálmata y de sino liberal al que el croata Tito le expropió una casa familiar y que hablaba con él sin intérpretes:
"Tenía el porte de un noble de Europa Central, más que el de un comunista balcánico. Incluso porque se daba poco con el proletariado.
Luego de la caída de Yugoslavia, un día que almorzaba en el club de escritores de Zagreb me lo explicaron: ¿Se ha preguntado alguna vez por qué Tito hablaba tan bien el alemán, practicaba esgrima, tocaba el piano, andaba a caballo, amaba la opereta, el champagne y los yates?
Porque, en realidad, y esto en Zagreb siempre se ha murmurado, era el hijo natural de un noble croata".
Tito, el " bon vivant ". Tito el dandy rojo.
Será también por esto que luego del derrumbe de Yugoslavia, (casi) finalizada la borrachera del nacionalismo, una extraña nostalgia atenaza ahora a los Balcanes.
En recuerdo a Josip Broz aparecen ahora restaurantes, clubs de fans, sitios web. Están los que proclaman, en un terreno serbio de algunas hectáreas, la Titoslavia, y los que lanzan ropa blanca íntima con la estrella roja.
Un nieto del Mariscal hasta ha impuesto el derecho de autor sobre el nombre. El último fenómeno en las librerías de Belgrado y de Zagreb es
El libro de cocina de Tito , de 255 páginas de intrigas y de maravillosas fotos con los grandes de mediados del siglo XX, menús de los encuentros e instrucciones para cocinarlos.

Exceptuados Adenauer y De Gaulle, Tito se encontró con todos. Porque la locomotora de la revolución de Tito, donde no alcanzaba el carbón, funcionaba con bicarbonato: el pollo con panceta de Kruschev( el más maleducado, nos hace saber el maestro de ceremonias de la corte, Branco Trbovic) y el cordero con hongos para el Shá (el más carismático), la salchicha para Willy Brandt y el carnero a la cebolla con Saddam Hussein.

El lujoso camino al socialismo incluía galantes comidas con Josephine Baker (arrollados al queso) y Gina Lollobrigida (sopa de pescado), Liz Taylor (tartas) y Jackie Kennedy Onassis (mariscos) "No se puede decir que haya sido el hombre más rico del mundo -aclara Bettiza-, pero ciertamente se rodeó del bienestar más grande, a orillas de un mar que está entre los más bellos. Era un gran mujeriego. Ivan Mestrovic, el escultor, le regaló su villa de Spalato: a Tito le servía para encontrarse con la soprano del teatro local, lejos de los ojos de su esposa, Jovanka".

La "Yugostalgia" no es nueva "si se piensa que la Eslovenia comunista ya era entonces más rica que Calabria", pero según Bettiza "esta nostalgia por Tito, este libro, son una novedad sobre todo en Serbia, donde en los años duros de Arkan [el líder paramilitar serbio Zeljko Raznatovi, N. de T.] los partidarios de Milosevic forzaron la historia y casi parangonaban a Tito con el exterminador [Ante] Pavelic, y le reprochaban haber debilitado a Serbia en una Yugoslavia fuerte, de haber concedido demasiado a los albaneses de Kosovo, de ser, en definitiva, un croata".

Un poscomunista, también, al menos al hojear El libro de cocina de Tito : había aprendido a desconfiar incluso de los amigos y, si aceptaba el cocktail Hemingway que le preparaba el camarada Fidel Castro, prefería llevar los limones y el agua para el hielo de su casa, así como no se escandalizaba cuando el estimado líder [rumano Nicolae] Ceausescu iba a su encuentro y exigía exclusivamente botellas hechas en Rumania.

La " dolce vita " de un no alineado requería cierta cautela y en Belgrado, en el palacio presidencial, funcionó siempre un centro contra intoxicaciones que etiquetaba todos los alimentos con dos palabras: "analizado", "utilizable".
Una precaución que se remontaba a las comidas con Stalin, no se sabe si más pesadas para el estómago o para la política. "Eran siempre, sin embargo, regímenes relacionados con crímenes, aunque Tito -según Bettiza-, no tenía con su pueblo la crueldad de un Ceausescu o de un Castro. En las memorias de Micunovic, embajador yugoslavo en la Moscú de Kruschev, se cuenta que, al morir Stalin, llevaron un escritorio al museo.
Parecía vacío, pero de un cajón apareció un papel apelotonado con rabia. Era una misiva de Tito al dictador soviético. Decía: "Ud. me ha mandado a muchos para que atentaran contra mí, pero todos fueron arrestados. Si nosotros le mandáramos uno a Moscú, estoy seguro de que volvería a casa vivo".

Una vida, según las palabras de Bettiza, no alcanzaría para contar todos los hechos del dandy rojo: "Empeñada en revalorizar a Craxi, la izquierda italiana lo ha removido, olvidado. Inexplicable.
¿Se nos rinde cuenta de lo que impidió? ¿Y de lo que anticipó? No se avergonzaba del lujo burgués y, dentro de los límites de un país como ése, concedía algunas migajas incluso a sus yugoslavos.
Un trotskista de salón como Bertinotti, o un Massimo D Alema [de origen comunista, luego diputado del Olivo, vicepresidente del Consejo y hoy canciller en el gobierno de Romano Prodi, N. de T.] tendrían interés en revalorizar a este camarada con estilo.
Tito fue un precursor del hedonismo de izquierda. Queda como un gigante. Porque siempre es mejor un político sobre el barco que un político en la iglesia".
Por Francesco Battistini Traducción: María Elena Rey LA NACION y Corriere della Sera ntro comentarios de la nota.
nestorscalone15.07.0716:35
Josip Broz el camaradi Tito, estuvo viviendo algunos años entre la segunda mitad de la década 10 y el siguiente quinquenio en Marmol, partido de Adrogué, en nuestra suburbana Bs. Aires. Cual pudo ser la razón de su exilio??? indudablemente político. Bien eso se puede chequear con algún historiador de la localidad señalada.

torpe15.07.0712:34
El obrero ajustador, devenido en mariscal, supo ubicarse en el medio y ordeñar las vacas de ambos contendientes.
Se debe reconocer, que ha llevado la vida heróica, muy agitada y que ha contribuído en buena medida a la derrota alemana en la 2-a Guerra Mundial

Cuantos entretelones ocultan a personajes que gozan de la impunidad del poder absoluto!